Mi nombre es Carlos Leisteing, tengo 33 años y soy analista de sistema. Cuando conocí a CrazyRises fue un día de primavera. Recuerdo aquella tarde que estaba en una cafetería arreglando una netbook que me había traído mi primo. Por supuesto, solo tenía que agregar algunos programas, no muchos. El lugar estaba con pocas personas y una de ellas me llamaba mucho la atención. Aquellos ojos color café, unos rizos nunca antes visto, miraban hacia el afuera y yo hacia ella. Al verla, mis pensamientos se dirigieron hacia mi infancia, no sé por qué me recordé de niño pero así fue. Me acerqué a ella y me presenté. Recuerdo que se asustó mucho, tanto fue que me escupió lo que estaba comiendo encima mío. Me pidió disculpas y como todo caballero la acepte sin antes invitarla a otro café.
Hablamos mucho esa tarde. En realidad, hablé mucho, no sé pero ahora que lo pienso parecía una sesión de psicoanálisis pero de esas que agradan estar. Conté cosas que ni yo podía escucharme contar, ella solo sonreía y preguntaba. Además de darme buenos consejos me propuso que recordara este momento. Así fue, aun lo recuerdo.
Cuando se fue algo extraño en mi me sucedía, ¿me habré enamorado?, me pregunté. Pero era algo raro, con ganas de hacer algo.
Cuando volví a mi casa, llamé a mi primo para confirmarle que ya tenía su netbook arreglada y contarle de ese encuentro. Al cortar el teléfono, prendí el televisor y me dormí en el sillón.
Cuando desperté, al otro día, hice mi rutina diaria: trabajo, almuerzo, trabajo y más trabajo. Ese día decidí pasar por una tienda de música y comprarme un violín. No tenía idea de cómo se tocaba, pero lo compré.
Luego de un año de práctica, me decidí ir por más. Busqué una escuela de música para perfeccionarme y desde hoy recorro lugares tocando el violín. ¿Por qué sucedió ese cambio? Creo que ese encuentro con CrazyRises me cambió el rumbo. Quién es? Nadie sabe, pero si te encuentras con ella, dile que gracias por ser guía de los sueños.
Autora: Maida Filippini. 27-05-2014
